Dormimos en varios campings o en parquings junto a cascadas como Skogafoss, Hraunfossar o el lago Jokulsarlon y una noche alquilamos una cabaña preciosa en la bahía de Husavik (muy recomendable). El tiempo fue lluvioso los primeros y el último día, pero aún así pudimos ver prácticamente todo lo previsto, excepto la excursión a Landmannalaugar, así tenemos excusa para volver…
El primer día visitamos el Círculo Dorado, el bonito crater de Kerið (2€ de entrada) y la intención era llegar a ver la cascada de Haifoss, pero el tiempo se echó encima y no pudimos verla. Thingvellir, el geiser Strokkur y Gulfoss, que forman el círculo Dorado, son una apuesta segura, con bastantes visitantes que quitan un poco de encanto a los lugares, pero no dejan de ser impresionantes.
Al día siguiente fuimos hasta la gran cascada de Skogafoss, pasando por Seljalandsfoss y otras cascadas menos conocidas, pero igual de bonitas. Por la Ring Road te vas encontrando cascadas “sorpresa” y miles de paisajes volcánicos impresionantes que obligan a ir haciendo paradas, así que hay que calcular el tiempo, sumándole un par de horas al día si quieres ir sacando todo el jugo a lo que se ve desde ella.
Al tercer día hicimos el muy recomendable trekking por el glaciar Solheimajokull, nuestra primera experiencia con crampones y en un lugar increíble en el que pudimos ver cómo están retrocediendo los glaciares a marchas forzadas en los últimos años.
En éste y los siguientes días fuimos parando por las magníficas playas de Vik, las impactantes llanuras volcánicas entre Vik y Skaftafell en las que te das cuenta de la grandiosidad del paisaje islandés y lugares increíbles como la garganta de Fjaðrárgljúfur.
La visita a Skaftafell fue rápida por el mal tiempo que no nos permitió ver, por ejemplo, la espectacular cascada de Svartifoss como hubiéramos querido, así que ése es otro asunto pendiente. Tras Skaftafell, y ya con buen tiempo, llegamos a los lagos glaciares de Fjallsarlon y Jokulsarlon, sin duda, el lugar que más me gustó de lo que ví en Islandia. Los icebergs crujiendo con cientos de aves y algunas focas alrededor, los colores del hielo al atardecer y amanecer, la playa negra junto al lago… nada en ese lugar tiene desperdicio.
Y la noche que pasamos allí pudimos disfrutar del mayor espectáculo de la naturaleza que han visto mis ojos, una aurora boreal espectacular (también la veríamos un poco en Husavik y bastante intensa en Hraunfossar) Además de las auroras, en las mismas fotografías se puede ver la luz del volcán fisural de Holuhraun junto al Bardarbunga, que nos tuvo en vilo por si podríamos realizar el viaje varias semanas antes de ir.
Esa misma tarde visitamos el cráter del Krafla y la zona de sulfataras de Hverir, donde olía muy muy mal, pero las fumarolas y el paisaje marciano hacía que mereciera mucho la pena una visita.
Tras un baño relajante en Myvatn Nature Baths (recomendable) y hacer noche en un camping cercano, al día siguiente dimos la vuelta al lago Myvatn que tiene infinidad de atractivos como la zona de Dimmuborgir, los pseudocráteres o uno de los pocos bosques de Islandia.
Por la tarde hicimos el avistamiento de ballenas a bordo de un barco en la bahía de Husavik. Las malas condiciones meteorológicas nos impidieron ver a los cetáceos así que nos invitaron a volver al día siguiente gratis y así lo hicimos, con más suerte esta vez. Repetir el avistamiento de ballenas nos hizo perder tiempo así que fuimos directos hasta las bonitas cascadas de Hraunfossar, al otro lado casi de la isla, donde hicimos noche. En ese trayecto sólo hicimos parada en Akureyri y en un par de iglesias llamativas, una con el típico tejado de turba y otra con forma de volcán, pero la verdad, es la zona de Islandia que menos nos gustó. Una foto de Hraunfossar, otro de esos lugares sorprendentes y únicos de Islandia.
El penúltimo día lo dedicamos a la península de Snaefellsness que tiene muchos atractivos como la zona costera de Arnastapi, el volcán de “viaje al centro de la tierra” Snaefellsjokull o uno de mis lugares favoritos de Islandia, donde pasamos la última noche, el monte Kirkjufell y su cascada anexa Kirkjufoss, toda una maravilla.
El último día íbamos a hacer la excursión a la cascada de Glymur pero el mal tiempo nos lo impidió así que nos recorrimos Reykjavik y ahí se acabó este maravilloso viaje que os recomiendo encarecidamente a cualquiera que le guste, al menos un poco, la naturaleza. Nosotros repetiremos, seguro.
Autor: José Colás
Edición: Juan, Islandia-Tours.blogspot.com
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